Hoy, muchos grupos de todo Estados Unidos participarán en las celebraciones del Primero de Mayo. Aunque tienden a centrarse en los derechos humanos, muchos se centrarán en los derechos de los inmigrantes ilegales (y la reforma de la inmigración). Dado que se trata de cuestiones muy difíciles, incluso mientras el Congreso se embarca en un proyecto de ley de reforma, es interesante revisar las opiniones de César Chávez sobre el tema en el pasado.
Chávez fue una figura importante en la década de 1970, ya que se erigió en la voz de más de 200.000 trabajadores agrícolas migrantes como fundador del Sindicato de Campesinos Unidos. Durante la mayor parte de su carrera como organizador sindical, se opuso a la inmigración ilegal. Temía que los trabajadores indocumentados quitaran el trabajo a otros trabajadores agrícolas latinos; un temor que aún hoy se comparte.
La línea dura que adoptó con respecto a la inmigración ilegal no debe confundirse con su pasión por luchar por los derechos de los trabajadores agrícolas mexicano-americanos. De hecho, fue uno de los primeros partidarios de la legalización de los residentes indocumentados.
Esencialmente, creía que no había que temer a los inmigrantes ilegales, sino a la idea de que los trabajadores ilegales harían bajar el precio de la mano de obra, ya que estarían más dispuestos a realizar más trabajo (por menos) al tener un poder de negociación considerablemente menor que otros residentes temporales.
Por desgracia, esta no era la opinión predominante en los años setenta.
No obstante, como el proyecto de reforma de la inmigración se debate en el Congreso, puede ser útil recordar (como hizo Chávez) que muchas personas que son ciudadanas por nacimiento no lo serían si no fuera porque uno de sus padres (o abuelos) fue en su día inmigrante ilegal.
Fuente: ABC News.com, La compleja historia de César Chávez con la inmigración, 1 de mayo de 2013