La gente viene a Estados Unidos para construir una vida mejor para sus familias. Sin embargo, muchos inmigrantes se ven separados de sus familias mientras esperan decisiones sobre su deportación. Esto provoca un inmenso conflicto psicológico que puede tener repercusiones duraderas, según el Asociación Americana de Psicología.
Cuando los niños son separados de sus padres, corren un mayor riesgo de desarrollar problemas psicológicos importantes. Junto con la ansiedad y la depresión, también puede aparecer el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Un estudio reveló que los niños cuyos padres habían sido deportados o detenidos corrían un riesgo mucho mayor de padecer TEPT que los niños cuyos padres estaban en el país legalmente. Incluso los hijos de inmigrantes ilegales que no se enfrentaban a problemas legales salían mejor parados, lo que demuestra que las prácticas de deportación/detención son una causa probable de problemas psicológicos.
Lo que resulta aún más sorprendente es que los intentos agresivos de deportación rivalizan con el impacto psicológico causado por los países con altos índices de conflicto. Los investigadores descubrieron que las agresiones físicas, incluidas las palizas y la tortura, tenían un impacto similar al de la separación de las familias. Muchos inmigrantes ilegales vienen a Estados Unidos huyendo de las horribles condiciones de sus países de origen. Las duras medidas de detención se suman a este estrés y trauma psicológico, hasta el punto de provocar graves trastornos. Una vez más, los niños son los más afectados por estas separaciones, que no suelen tener una fecha clara de finalización.
Los problemas con los centros de detención encargados de retener a los niños también desempeñan un papel en el trauma. Las condiciones de la mayoría de los centros de acogida son manifiestamente malas, lo que no hace sino agravar los problemas mentales y emocionales. Tras visitar un centro alabado como uno de los mejores del país, un psicólogo descubrió que la mayoría del personal no hablaba español. También se descuidaban los problemas de salud de los niños y, en muchos casos, los problemas psicológicos no se tomaban en serio.